Ahí nomás




Comenzó sacándose una espina, por lo que dolía.
Luego se dio cuenta que era una pequeña uña.
Una pequeña una.
Que era una.
Una sola.
Sola.
Sí.
Se dijo sí.
Se miró al espejo.
Trató de contener la sonrisa.
Trató de contener la desnudez.
Respiró hondo, hasta el otro lado del espejo.
Pensó que continuar haciéndolo era algo bueno.
Y comenzó a acostumbrarse a lo cálido de ella misma.

Knock-out.



"Era el séptimo round. El boxeador cayo redondo en la lona. Nadie vio que no fue la mano del rival la que impactó contra su quijada. Más bien fue al revés"

Inseguridad


Me robaron la voz mientras caminaba por la calle. Y lo que más me molesta es que el ladrón la anda usando para encantar señoritas que yo jamás podría encantar.

Una Jirafa


El otro día, mientras caminaba por la calle, me ladró una jirafa. Iba toda atada a una correa y con cada zancada arrastraba a una anciana que asustada intentaba contenerla. Una jirafa disfrazada. Debo confesar que primero temí que la fiera me comiese, pero luego recordé que yo no era planta, y entonces todo me pareció un poco triste. Una jirafa haciendo el esfuerzo de parecer un perrito, con su pequeño traje blanco, con sus sonidos perrunos, con su olisqueada canina, pero con la innegable mirada de jirafa. Me corrí de su camino y los vi irse a lo lejos. Parece que hay un corso de animales disfrazados y gritándole a la distancia lo único que le pedí es que me invite.

American Gothic, the movie.


Mike the Farmer.- Me gustaría creer en dios para jurarte amor eterno ante Él.
Judy, farmer’s Wife.- Somos protestantes, Mike. No ateos.
Mike the farmer.- Qué alivio… I love you, Judy.

Amores de cama


Mi cama durmió con una mujer. Y ahora dice que la extraña. Tiene las sábanas melancolizadas, dice. El problema es que se niega a acunarme, habla de tatuajes de sueño, de haber sido marcada, de una clase rara de infección. Desde hace tres noches amanezco durmiendo en el piso. Tengo miedo de que mi cama se fugue. La tendría que salir a buscar en pijama.

Un Elefante



El otro día vi un elefante desde mi ventana. Estaba parado en la medianera del vecino. Un elefante disfrazado de pajarito. El traje casi perfecto, la trompa bien camuflada, un silbido entonado y sin embargo su actitud dejaba un poco que desear. No podía ocultar su mirada, la de elefante, de esas gordas y pesadas, que tienen tierra en el lomo y trompas en las narices. Las cosas que hay que andar viendo, un elefante disfrazado. Hasta a volar había aprendido con tal de despistar. Parece que hay un corso de animales disfrazados. Lo único que yo le pedí es que me invitara.


Suicida de Copetin


Me encuentro desmontando salamines y afilando escarbadientes. Pretendo realizar fallidos intentos suicidas. Clavo las pequeñas puntas atravesando superfluas capas de piel hasta intentar llegar a algún órgano importante, decisivo. La muerte me enseña carozo, no aceituna.

Sarna sin gusto



En la plena mudez del tiempo sin reojo, 
me permito no dormir. 

Intento nuevas preposiciones que me expliquen. 
Pago un desprecio que es entregado con demora y un olvido defectuoso. 
Compro una estupidez interesante, saco a relucir mis trapos viejos y miro la paja en el ojo ajeno. 
Sin siquiera intentar aprender de la experiencia, busco consuelo en las películas, pronósticos en los semáforos y en las junturas de las baldosas que no deben ser pisadas. 

Y sin embargo le digo sin decir, sin siquiera abrir la boca, sabiendo que lo sabe, que quizás sea así y así deba ser. 

Y si en una de esas me equivoco, en mi defensa menciono que nunca le caí bien al tiempo.